¿Qué te dijo el médico? -usos de la medicina gráfica-

En palabras de Mónica Lalanda, ‘la información también es medicina’. Pero ¿qué pasa si toda esa información que recibimos no la entendemos en lo absoluto? - la medicina gráfica podría ser la respuesta.

Lalanda, médico de urgencias y dibujante, es una de las impulsoras de la Medicina gráfica; una herramienta de comunicación sanitaria basada en cómics o relatos ilustrados. Entre sus obras podemos mencionar un cuento ganador del 1er lugar sobre el asma titulado Sybil hace un viaje muy especial, y Con-ciencia médica, un libro sobre ética dirigido a profesionales de la salud.

 
Ilustración de una bacteria con resistencia a los medicamentos

Ilustración de una bacteria con resistencia a los medicamentos

 

El término Medicina gráfica es una adaptación del concepto original Graphic Medicine, creado por Ian Williams, artista, médico y escritor, que deja toda su experiencia y habilidades plasmadas en obras como The Bad Doctor, una novela gráfica altamente recomendada por la Asociación Médica Británica, y en la sección de tiras cómicas, Sick Notes, para The Guardian.

Este tipo de obras no solo va dirigido a pacientes, sino también a cualquier profesional de la salud, incluso estudiantes en preparación. Su alcance es simplemente ilimitado: brinda apoyo para entender y enfrentar enfermedades crónicas, es un material invaluable en campañas de salud, capacita a médicos y enfermeros para dignificar la práctica asistencial, o se transforma en libros cortos para niños y comunidades con bajo nivel educativo, por mencionar algunos ejemplos.

Entre los objetivos de la medicina gráfica está captar la atención del lector, que se sumerja en las ilustraciones y, sin sospecharlo, se informe de una manera fácil y creativa sobre cualquier tema de salud. Estos relatos conservan un toque humano, sin sacrificar la ética profesional y con el debido respaldo científico.

Una sola imagen puede ser el anzuelo perfecto para transmitir de manera concreta el contenido deseado.  

Hoy en día, en un mundo que no se detiene, con tantas rutinas y horarios, con la vasta tecnología, redes, y poco tiempo, todos nos hemos vuelto más visuales. Muchos optamos voluntariamente por no enterarnos antes que leer un texto compacto y tedioso inundado con términos que a simple vista admitimos que no podremos entender.

Y qué decir de las consultas, cuando el médico ha hecho lo posible por darnos con lujo de detalles toda la información sobre nuestros estudios, diagnóstico, síntomas, tratamiento, etc., y a decir verdad, no captamos ni la mitad de lo que nos dijo. Salimos de la clínica u hospital, y cuando nos topamos con la famosa pregunta ¿qué te dijo el médico?, sencillamente no sabemos ni cómo empezar a explicar todo aquello que se nos informó. Entre ejercicios de memoria e intentos de lógica, prefabricamos nuestra propia versión y compartimos nuestra mejor interpretación de aquel mar de palabras.

Sería mil veces mejor contar con material gráfico, ya sea físico o digital, que podamos consultar cuantas veces sea necesario, y principalmente, que podamos asimilar para luego explicar a los demás de manera fácil y sencilla, y sobre todo, de manera correcta. 

Cuántos padres podríamos explicar a nuestros hijos sobre la enfermedad que recientemente les diagnosticaron, si ni siquiera nosotros lo entendemos, cómo describimos lo que está pasando en su cuerpo, las razones por las cuales tienen ciertas reacciones y comportamientos, lo que deben hacer en caso de una emergencia, lo que podemos esperar como familia y a qué debemos anticiparnos... ¿cómo informarlos sin agobiarlos y confundirlos aún más? 

Cuando se trata de divulgación sanitaria, quisiéramos que todo fuera simple y explícito. Debemos volver a lo básico. El concepto de medicina gráfica no es una idea tan reciente; en 1941 ya distribuían historietas para enterar a la gente acerca de la fiebre amarilla. Lamentablemente, el sistema de salud fue tomando otro rumbo, y hoy en día la prioridad de muchos profesionales se resume en ‘informar’ más que en ‘comunicar’.

La medicina gráfica abre una brecha para todos, nos proporciona un recurso confiable, claro, llamativo y específico para entender lo que pasa con nosotros o con los nuestros. Por supuesto que queremos informarnos, pero idealmente queremos entender tan valiosa y esperada información. Y qué mejor que sea de manera entretenida y amigable, tanto para niños como para adultos, para pacientes y profesionales. 

El tono esperanzador de estos proyectos puede hacer que el trago de una mala noticia no sea tan amargo, o que el paciente se sienta acompañado al leer relatos más humanos y hasta irónicos y divertidos. También es una opción para abordar temas sensibles o vergonzosos de una forma más sutil, que de otra manera talvez se omitirían por completo.   

Ojalá que junto con la receta médica nunca faltara un cómic, un folleto, un pequeño libro... algo que nos hiciera salir del consultorio con la plena sensación de haber sido bien informados.

  

Por Alejandra Contreras, Lingüista de información de la salud

15 de julio de 2019, Guatemala

Fuentes:

 

© Alejandra Contreras, 2019, protected under British Copyright Law 1988.